Qué visitar, ver y hacer en Banaue, Sagada, Bontoc, Filipinas.
Aquí os dejamos las visitas imprescindibles en Filipinas, por el norte de la isla de Luzón en Banaue, Sagada y Bontoc: la iglesia de San Guillermo de Paris, las terrazas de Banaue, las de arroz de Batad, los miradores de Dianarra Viewedeck, y el de Bay-Yo, el museo de Bontoc, el cementerio público de Sagada, el Echo Valley y la cueva de Lumiang.
En esta parte del viaje lo normal es que los viajeros y turistas decidan irse a descubrir alguna isla de espectaculares playas paradisiacas con las que cuenta Filipinas. Pues nosotros apostamos primero por ir a explorar el norte de la isla de Luzón y luego pasar unos días en la isla de Palawan ¡El viaje se convirtió en una auténtica aventura!, llena de anécdotas.
Nuestro cuaderno de bitácoras:
Nos levantamos temprano, sería las 6:30 h de la madrugada, bajamos a desayunar al comedor del hotel, nos dimos un festival de comida, en los próximos no tendríamos esos desayunos, terminada la comida volvimos a la habitación para recoger el equipaje. Hicimos el check-out, tocaba despedirnos de la ciudad de Manila para poner dirección al norte de la isla Luzón.
Para ir de Manila a Banaue se puede coger un autobús directo con la empresa Ohayami trans, el viaje suele durar unas 10:00 h el billete ida+vuelta puede costar 980 pesos filipinos por persona (16,24 € aproximadamente) Si decides ir en autobús debes comprar con antelación los tickets, sobre todo en temporada alta se suelen agotar.
Si se va en autobús a Banaue hay que pagar una tasa turística de entrada al pueblo es de 20 pesos filipinos
por persona (0,34 € aproximadamente).
En Banaue hay una gran cantidad de jóvenes que se dedican a vender tours, actividades, alojamiento, transporte privado, etc. Además, en la oficina de turismo se pueden contratar actividades.
Contratamos a través de internet con la empresa filipinotravel.com.ph la actividad de 4 días, 3 noches para visitar Banaue, Sagada y Bontoc. La actividad se desarrolla en inglés, nos costó 396,90 € por persona. El precio incluye el transporte de ida+vuelta en vehículo desde Manila-Banaue-Manila con conductor de habla inglesa, peaje de las autopistas, combustible, estacionamiento, impuestos, el alojamiento de tres noches, el desayuno, visita de la Iglesia San Guillermo, los trekkings con guía local de habla inglesa con jeepney local, visita al Museo Banaue con entrada, excursión a Sagada con entrada a Sumaguing y cueva de Lumiang, Sugong y visita al Museo de la Tribu de Montaña de Bontoc incluyendo los tickets. Para esta actividad se recomienda tener un buen nivel físico debido a los trekkings. La web: https://www.filipinotravel.com.ph Hay otras empresas como: https://www.despegar.com.ar o https://www.barontravel.ph que hacen paquetes de actividades y rutas personalizadas.
A las 7:00 h de la mañana, vino a recogernos al hotel un chico, subimos al vehículo salíamos de Manila, tomamos la autopista hacia el norte, a unos pocos kilómetros, la carretera comenzaba a estar llena de curvas, baches, estrechamientos de calzada por desprendimientos de lluvias, obras en las carreteras, atascos, el coche no avanzaba, pero los sonidos de los cláxones se nos introducían en el odio, los gallos, las gallinas y los perros se nos cruzaban por la carretera, había que darle pasó, ellos eran los reyes del asfalto, a ambos lados de la calzada los lugareños, vendían sus productos otros secaban los arrozales, el arroz se podía ver con un color negro, se me ocurrió preguntarle al chico que nos llevaba y me dijo; que era el polvo de los neumáticos negros de los vehículos que caían sobre el arroz y le daban ese aspecto. A veces yo Elisabeth, me digo para qué preguntó tanto, es mejor no saber tanto, el paisaje nos iba cambiado viendo zonas más llanas llena de vegetación, otros tramos más montañosos.
Hicimos una parada en la provincia de Pampanga en el municipio de Bacolor, es conocido por las tallas de sus maderas, que se pueden ver expuestas en las carreteras.
Visitamos la Iglesia de San Guillermo de París, lleva el nombre del patrón de Bacolor, construida por los frailes en 1576. En 1880 el templo fue destruido por un terremoto, luego fue reconstruido en 1886 por P. Eugenio Álvarez. En 1995 las lluvias intensas trajeron los sedimentos volcánicos que estaban acumulados en la ladera del monte Pinatubo. Eso dio lugar al mayor flujo de lahar, la iglesia y el pueblo se vieron enterrados. Más de 50.000 habitantes perdieron sus casas. La iglesia quedó enterrada a la mitad de su altura, con tan solo 6 metros de altura. Se pudo recuperar el altar y el retablo que había quedado enterrado. Abierto todos los días, el acceso es gratuito. La dirección es Bacolor, 2001 Pampanga.
Al lado del templo hay un museo que muestra la historia de la iglesia, pinturas de la erupción de Pinatubo en 1991, etc. Detrás de la iglesia hay un cementerio donde se pueden ver viejas criptas, también fue enterrado.
Volvimos a subir al vehículo, nuestra siguiente parada fue a mitad de camino en el pueblo de San José, fuimos a almorzar al Restaurante Marquez, ofrece comida tipo buffet, se paga por plato. Aquí pedimos unos cuencos de arroz blanco, plato de kare-kare (estofado de rabo y buey) y otro de sopa con carne de cochinillo, un muslo de pollo en salsa, de postre pedimos una porción de sandía para cada uno, de bebida una coca cola, una botella de agua mineral. Pagamos en total 360 pesos filipinos (5,97 € aproximadamente). La comida es casera, típica de la cocina filipina y el lugar es económico. La dirección es 123, Rizal, St. Ciudad de San José.
Retomamos la carretera, cuando ya llevábamos unas horas, hicimos una parada para repostar gasolina, aprovechamos la ocasión para hacer uso del baño y en Café Santa Fe, tomarnos un café con leche y otro solo. Pagamos un total de 160 pesos filipinos (2,66 € aproximadamente).
En la provincia de Nueva Ecija pudimos ver el letrero que nos daba la bienvenida. Bajamos y estiramos un poco los pies. Vega ya nos quedaba, el último empujó del trayecto para llegar a Banaue.
Al fin llegamos a Banaue, casi 11:30 h de viaje, tuvimos que pasar por nueve provincias. Entramos en una región de montañas, el clima es más fresco que el resto del país, y las lluvias se hacen presencia durante todo el año. Esta parte del país, te traslada al pasado, donde la cobertura del móvil en algunas zonas es inexistente, la prisa, el estrés no existe. Donde la gente no compite por tener lo mejor, sino por sobrevivir.
Nos hospedamos en el Banaue Hotel & Youth Hostel por tres noches, hospedaje de dos estrellas de gama media baja, cuando lo abrieron fue muy buen hotel en la zona, hoy en día está en decadencia, sus instalaciones están viejas, y presentan un estado de abandono, aunque dice que es uno de los mejores en las zonas.
En Banaue la gente suele hospedarse en habitaciones de casas, hostales, hoteles, algunos montan su propia tienda de campaña, etc. Decidimos quedarnos en el mismo hotel y bajar a cenar al comedor. Comimos en el buffet, había carnes guisadas, arroz, ensaladas y frutas. Pagamos un total de 950 pesos filipinos (15,74 € aproximadamente). Cenamos y nos subimos a la habitación. ¡Estábamos agotados del viaje!
Nos despertamos, no por el sonido del despertador, fue por el cantó de un gallo, nos asomamos a la ventana de la habitación y pudimos ver las terrazas de arroz. Bajamos a desayunar y una vez terminada la comida nos acercamos a la recepción del hotel a las 8:00 h de la mañana nuestro guía Julios nos esperaba, subimos en un jeepneys es un medio de transporte muy popular en Filipinas. Fueron fabricados como jeeps de las fuerzas armadas de los Estados Unidos, dejándolos abandonados durante la Segunda Guerra Mundial, los filipinos los decoraron de forma llamativa, les instalaron asientos y comenzaron a utilizarlos como transporte público hasta hoy en día.
Banaue se encuentra al norte de la isla, en las montañas de la cordillera central de Luzón a 1.500 metros sobre el nivel del mar, es conocida por sus terrazas de arroz, terrenos que se han ido edificando en terrazas de tierra que ocupan un espacio de 10.360 km2, creadas hace más de 2000 años por sus habitantes nativos de la provincia de Ifugao. Formaron unas acequias donde se filtraba el agua de las selvas subtropicales, creando un sistema de riego. La gente local aún continúa plantando el arroz y vegetales en la zona. Las terrazas se están viendo dañadas por motivos meteorológicos como tifones, terremotos, etc. La imagen de las terrazas de arroz aparecen en los billetes de 20 pesos filipinos. Fueron declaradas Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en 1995. Banaue es lugar de partida de los trekkings a las terrazas de arroz. Las más famosas son la de Banaue, Bangaan y Batad. Esta última, el anfiteatro de Batad, es la más popular y el punto más fotografiado de la región de arrozales, se ha convertido en fotografía de postal. Está nombrada como la octava maravilla natural del mundo.
Subimos en el jeepneys, estaba lloviendo un poco, desde Banaue hasta Batad hay 14 km de carretera. Antes de llegar hicimos una parada para contemplar las terrazas de arroz. ¡Qué paisaje más increíble!
Una vez llegados al pueblo de Batad hay un puesto de información turística donde hay que registrase en un libro de visitas y pagar una tasa turística de 50 pesos filipinos por persona (0,84 € aproximadamente). Aquí te adjudicarán un guía local para poder caminar por las terrazas. Este servicio tiene un coste de 500 pesos filipinos (8,30 € aprox.)
Montamos de nuevo en el jeepneys y cuando llegamos a un punto al lado izquierdo de la carretera paramos y bajamos del vehículo. No nos dimos cuenta, pero la lluvia nos dejó por el camino. Aquí comenzaba el trekking, iniciamos un descenso que nos llevó 1 h y 20 minutos, se puede hacer en menos tiempo, nosotros dedicamos mucho tiempo en hacer fotografías, grabaciones y a observar el lugar. Desde que siembra el arroz tienen que esperar seis meses para su recolección. Recomendamos llevar agua, calzado cómodo, un impermeable si el día parece que va a llover, repelente para mosquitos, crema solar y calzado cerrado y que no resbale. Caminamos por unas escaleras de cemento, tramos de tierra, pasamos por casas de lugareños hasta adentrarnos en las terrazas, al fondo veíamos el pequeño pueblo de Batad, cogimos un camino más frondoso que nos llevó a la cascada de Tappiya, un salto de agua de 20 metros de altura, tiene una piscina que se ha formado de manera natural en su parte inferior. Aquí tuvimos nuevamente que registrarnos en un libro de visitas la entrada y salida. Aunque el día estaba gris, amenazaba con lluvia y no calentaba el sol, sentíamos la sensación de calor y fatiga, al ver la cascada nos tiramos al agua en darnos un chapuzón. ¡Hay que bien nos sentó el baño!, nos vestimos y recogimos nuestras mochilas y trípode, nuevamente paseábamos por el anfiteatro de Batad. Está vez para comenzar el ascenso. Volvimos a subir en el jeepneys, para llegar hasta el mirador panorámico de Banaue, donde pudimos ver la gran extensión de terrazas, una auténtica maravilla hecha por la mano del hombre.
Terminando de hacer el trekking nos comenzaba a llover, nos cruzamos con una pareja de portugueses que iba a comenzar la caminata, ¡pobres de ellos!, la lluvia que iban a pillar. Compramos en un puesto callejero, unas porciones de suman (es arroz cocido envuelto en hojas de plátano), una rama de plátanos, mango y una piña, ya está bien. La mujer nos quería vender el puesto entero. Nos dio mucha pena, iba vestida con ropa muy vieja y tenía a un bebe de menos de 2 años, que estaba comiendo una cáscara de un plátano. ¡Qué lástima de hijo! Le dimos 250 pesos filipinos (4,15 € aproximadamente). ¡Le alegramos el día!
Subimos en el vehículo para regresar a Banaue, ahora sí, que llovía, el limpia parabrisas iba a todo velocidad y la carretera ni se veía. Que suerte tuvimos de hacer el trekking por la mañana, llegamos al hotel y nos fuimos a la habitación para comernos lo que habíamos comprado. No teníamos televisión ni cobertura en los móviles, «internet ya era impensable», decidimos ir a sentarnos en los sillones de la recepción, la luz se fue en varias ocasiones en el hotel. La tarde se oscureció, apareció niebla entre las terrazas de arroz, parecía una tarde de invierno.
Nos levantamos, ese sería nuestro último día en Banaue, desayunamos y esperamos a que vinieran a recogernos al hotel, sobre las 8:00 h de la mañana subimos en el jeepneys, el día era espléndido, ¡el sol calentaba! Comenzamos haciendo una visita a diferentes miradores de terrazas en Banaue.
La primera parada que hicimos fue en una zona donde pudimos ver un letrero que se podía leer “Welcome to View point Banaue rice terrace” bienvenidos a la terraza de arroz, punto de vista Banaue. El lugar era bonito, tomamos alguna que otra fotografía, pero no nos pareció muy espectacular, teníamos el sol en contra. Aquí nos encontramos a un hombre de la tribu Ifugao, nos hicimos una fotografía con él, no pudimos comunicarnos porque solo hablaba lengua indígena. Por hacernos la fotografía tuvimos que darle una propina de 60 pesos filipinos (0,99 € aproximadamente).
Retomamos el camino y nuestra siguiente parada fue el Mirador de Dianarra Viewedeck, estas vistas nos gustaron más que la de la anterior parada, era increíble el lugar, estábamos rodeados de naturaleza.
El tercer mirador en el que paramos, dicen que es el mirador principal donde hay unas vistas panorámicas de las terrazas de arroz. Es cierto que fue en el que nos encontramos más viajeros, aquí hicimos uso de baño, tuvimos que pagar un total de 20 pesos filipinos (0,34 € aprox.)
El cuarto mirador que visitamos fue el Bay-Yo, en Bray Bay-Yo en Bontoc, en la provincia de montaña.
Subimos de nuevo al vehículo, dejando ya de visitar las terrazas de arroz para dirigirnos hasta el Museo de Bontoc. Este museo fue fundado por unas monjas belgas con el propósito de mostrar el patrimonio de los pueblos indígenas de Ifugao. En él pudimos ver desde trajes tradicionales, fotografías de siglos pasados de los Ifugao, objetos arqueológicos, herramientas que utilizaban para la agricultura, caza, etc., incluso vimos cerámica china. El edificio que acoge al museo representa una casa tradicional de estas tribus y en la parte trasera del museo se puede ver la representación de un pueblo, incluso con zona de plantaciones, animales, etc. En el interior del museo está totalmente prohibido hacer fotografías, permiten hacer de la aldea. La entrada tiene un coste de 70 pesos filipinos por persona (1,16 € aproximadamente). El horario de visitas de lunes a sábados de 8:00 h a 17:00 h y los domingos de 15:30 h a 17:00 h
La dirección es Rd. Omfeg, Bontoc.
Terminada la visita nos dirigimos al pueblo de Sagada, es un municipio en la provincia de la montaña de Filipinas, conocido por la práctica funerarias que realizan y por sus ataúdes momificados colgantes.
Para visitar cualquier punto turístico en Sagada hay que registrarse y pagar una tasa turística en la oficina de turismo.
Es de 70 pesos filipinos por persona (1,16 € aproximadamente).
Aquí no nos encontramos nada de turismo Chino ni Japonés, son muy supersticiosos y la muerte para ellos es algo serio.
Comenzamos visitando el Cementerio Público de Sagada, se entierran a los muertos bajo tierra, frente a la lápida del muerto, se quema un trozo de madera, dicen que es para calentar el espíritu. Bueno, hasta aquí, este método lo vemos algo normal.
En montañas y rocas pudimos ver a los ataúdes colgados, el mejor lugar para verlos es en Echo Valley, su nombre es dado por el eco que se produce en sus montañas. Al pasar el cementerio público de Sagada, hay un camino por un sendero montañoso que nos llevó a una gran roca donde vimos ataúdes de madera de diferentes tamaños colgados en la pared. Hay que tener precaución en la bajada, el camino es de arena y puede resbalar, está al lado del acantilado. El regreso es cuesta arriba, a las personas con movilidad reducida se les puede hacer el ascenso un poco pesado.
Nuestro siguiente punto de visita fue la Cueva de Piedra Caliza Lumiang, a la cual accedimos a pie, está conectada con Sumaging, a su entrada vimos una gran cantidad de ataúdes apilados en la puerta, el guía nos dijo que había más de 100 ataúdes. Nos comentó que los más antiguos podían llegar a tener más de 500 años. En algunos de ellos tienen imágenes talladas de lagartos, estos simbolizan la fertilidad y una larga vida. Para poder ser enterrados en dicho lugar, las familias tenían que sacrificar a más de 20 cerdos y un número alto de pollos, era un privilegio. Esto se lleva haciendo hace más de 2000 años, los indígenas, pensaban que era la forma de que el espíritu llegara antes al cielo y así evitaban ataques por parte de los animales. Los ataúdes son subidos con cuerdas. Hoy en día se sigue practicando pero a una escala más reducida.
Los ataúdes se cuelgan sujetos por unas barras de metal a una altura entre 50 y 100 metros. Algunos están muy deteriorados, pudimos ver los restos de huesos en su interior, en otros vimos algunos gusanos de color amarillento, gordos que salían de las cajas de los féretros, estos nos indicaba que el cuerpo estaba empezando a descomponerse. En la zona se respiraba un olor fuerte. La cueva está repleta de tumbas, de huesos humanos, murciélagos, etc. Nos adentramos en ella, hay piedras en la zona que están mojadas y hacen resbalar y entramos en algunos tramos, el agua nos llegaba hasta el pecho o incluso hasta el cuello, oscura, hay que llevar una linterna ¿Qué horror? Sergio, me alumbro y estaba al lado de un resto óseo. Vamos di un grito que me tuvieron que escuchar en todo el pueblo. ¡Me estaba dando la bienvenida! Hay a veces que estas experiencias no son tan cómodas o divertidas y piensas… ¡Por qué no me quedó en casa! Es cierto que nos impresionó como llevan ellos la muerte, la asocian a alegría.
Hay un camino circular que conecta la Cueva de Sumaging y Lumiang tiene una duración de 5 h Nosotros decidimos realizar un recorrido interior de 2 h ¡La verdad!, es que no éramos conscientes de lo que íbamos a realizar. Ya estábamos adentro y no había marcha atrás.
A la entrada de la cueva dejamos los zapatos, cámara de fotos y mochilas, no queríamos que se nos mojaran y se estropearan ¡Esta actividad es una verdadera aventura! Aquí no pienses que te dan casco, chaleco, linterna, etc., no hay prevención de riesgos. Al final nuestras manos acabaron llenas de algún que otro excremento de murciélago, o eso yo, (Elisabeth) quería pensar, las ropas llenas de barro, estábamos para meternos de cabeza en la lavadora. El agua te llega hasta el pecho, a algunos puede llegarles hasta el cuello. Para realizar esta actividad hay que estar en forma, no sufrir claustrofobia, enfermedades cardiacas o respiratorias, etc.
Decidimos almorzar en el Restaurante Masferrer, en ese día la carne no nos entraba, decidimos pedir para cada uno un sandwich de atún, una botella de agua mineral y té. Pagamos en total 180 pesos filipinos (2,96 € aproximadamente). Vimos que muchos restaurantes ofrecen comida tradicional y otros están muy orientados a la comida de hamburguesas, pizzas, pastas, etc.
Al final de la tarde decidimos salir caminando hasta llegar a la Plaza de Banaue, es una zona muy frecuentada donde los lugareños van a pasar un rato en el lugar, nos dimos una vuelta por sus calles que están llenas de tiendas, puestos, etc. En sí el pueblo de Banaue no tiene mucho que visitar, lo más famoso son sus maravillosas terrazas de arroz. Compramos fruta, mango, plátanos y una botella de agua mineral. Nos gastamos en total de 122 pesos filipinos (2 € aprox.)
Decidimos regresar al hotel y cogimos una moto taxi (tuk tuk), no fue por la distancia que había hasta el alojamiento, era por la pendiente de la subida, estábamos cansados. Pagamos por el trayecto 30 pesos filipinos (0,51 € aprox.)
Pudimos ver en el suelo de las calles los restos de moma, os estaréis preguntado; ¿Qué es eso? La moma es una mezcla de hojas frescas, hojas secas de tabaco y bicarbonato. Los filipinos con esta mezcla se la introducen en la boca y la mascan por unos minutos y luego la escupen en el suelo. Vamos… ¡Se hacen su propio tabaco! Se puede saber quién lo práctica porque la gente que lo hace habitualmente sus dientes toman un color negro provocándole manchas y los labios cogen un aspecto rojo.
Nos levantamos, desayunamos, hicimos el check-out, comenzamos el trayecto de vuelta hasta el Aeropuerto Internacional de Ninoy Aquino, no sabíamos si tendríamos que regresar de nuevo a Banaue y pasar una noche más en el lugar, la noche anterior había estado lloviendo muy intensamente y se habían producido desprendimientos de tierras, no sabíamos si la carretera estaría cerrada e incomunicada. Las temperaturas habían bajado mucho, tuve que sacar unas chaquetas de la maleta, no dejaba de llover intensamente y había niebla que dificultaba la conducción ¡Había que cruzar los dedos!, porque si no nos veríamos obligados a peder el vuelo que teníamos esa tarde y dejar de visitar la isla de Palawan.
Paramos para el almuerzo en una área de descanso del municipio de México, en la provincia filipina de Pampanga, en el Restaurante Jollibee, es un restaurante de una empresa filipina de comida rápida muy famoso en el país, donde probamos un rollito de atún, un plato de espagueti con pollo frito y una hamburguesa big burguer, de bebida dos coca colas. Pagamos un total de 380 pesos filipinos (6,30 € aproximadamente).
La actividad acabó, nos dejaron en el Aeropuerto Internacional de Ninoy Aquino, aquí cogimos un vuelo con la compañía aérea Philippine Airlines, con destino al Aeropuerto Internacional de Puerto Princesa, donde pasaríamos unos días de relax y playas.
Mientras esperábamos en la terminal 3 del Aeropuerto de Manila, en la Cafetería Mrs Filds Pasay, tomamos un café con leche y otro solo y dos sandwiches de atún. Pagamos un total de 575 pesos filipinos (9,45 € aprox.)
El vuelo tuvo una duración de 1 h y 15 minutos. El billete nos costó 37 € por persona. En próximo post os contaremos nuestro paso por Puerto Princesa. Un saludo andorreros, nos vemos muy pronto.
'Qué visitar, ver y hacer en Banaue, Sagada, Bontoc, Filipinas.' have 2 comments
marzo 14, 2018 @ 11:47 pm Juan
Hola!
En que época visitasteis Banaue??
Gracias!!
marzo 14, 2018 @ 11:53 pm andorreandoporelmundo
Hola Juan, lo visitamos a finales de abril.
Un saludo.